Extracto de una conversación cazada al vuelo el fin de semana pasado sobre planes de estudio en Bachillerato: -Estoy en segundo de Física (es decir, en la Universidad) y hablando con este chico me di cuenta de que en su instituto ya estaban estudiando algunos temas de los que yo no tengo ni idea. Se refería a cierto instituto de Sevilla famoso por su exigencia y por los altos resultados académicos que obtienen sus estudiantes todos los años en los exámenes de acceso a la Universidad.
Vaya por delante mi convicción de que el progreso de los estudiantes debe medirse con rigor por la capacidad de actuar con los conocimientos adquiridos. Pero inevitablemente salgo después a la calle y me encuentro día sí, día no, con las horrorosas noticias de la economía global. Si este mundo lo hemos construido con nuestros mejores conocimientos quizá deberíamos empezar a buscar dónde está el fallo. Y me pregunto ¿queda lugar dentro de la excelencia académica para transmitir contenidos sociales?. No me cabe duda de que todos los centros educativos lo hacen y que educar es una tarea sin garantías -si se educa en libertad- pero ¿qué pasaría si cambiamos la perspectiva? ¿qué pasaría si el rigor pasara por la conducta entre compañeros?.
Entiendo que resolver estas dudas es desatar el nudo gordiano de la educación. Hoy quiero destacar el papel del profesor como actor imprescindible de la integración. Ahora pongámosle apellidos: integración entre culturas, entre sectores económicos, entre países, etc.
Una clase de español, como lugar de encuentro entre distintas lenguas no debería dejar fuera esta dimensión educativa.
Os dejo este video a modo de ejemplo
P.S.: Nos sumamos al recuerdo de Steve Jobs, quien, por cierto, dejó sin terminar sus estudios universitarios.
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