martes, 17 de mayo de 2011

Washington huele a paella para celebrar la feria de Sevilla en EE.UU.




La música y la gastronomía española ocuparon hoy el parque Strathmore, en el noroeste de Washington D.C, para celebrar una pintoresca feria de Sevilla a las orillas del Potomac con flamenco y cante jondo.
Por un día el chorizo y las sardinas se impusieron a las hamburguesas y las patatas fritas en la capital estadounidense, donde el Centro Español de Washington celebró su tradicional evento de mayo a ritmo de sevillanas.
"Llevo treinta años aquí, y aún no encuentro el momento de irme", dijo con ironía a Efe, Luis Pazos, gallego de Betanzos, mientras preparaba sardinas a la brasa.
Sangría, horchata, arroz con leche, ensaladilla rusa, bocadillos de lomo con tomate y callos a la madrileña podían comprarse por módicos precios en un parque de las afueras de Washington.
Aunque las estrellas más conocidas de la gastronomía hispana continúan siendo la tortilla de patatas, la paella y el jamón serrano, a juzgar por las colas que se generaban en los puestos que vendían estos codiciados productos.
"Esta es la edición número 20, y estamos aquí para dar a conocer nuestros productos a todo el mundo, y dar a conocer España", explicó Irene Bascuñana, presidenta del Centro Español de la capital de EEUU, adonde llegó hace más de tres décadas para acompañar a su marido que venía a hacer un doctorado.
"La idea era volvernos, pero vinieron los hijos, y las circunstancias cambiaron", indicó Bascuñana, quien recuerda los problemas que tuvieron con las autoridades de EEUU para conseguir permiso para vender sangría al aire libre.
Durante la jornada dominical pasaron cerca de dos millares de personas, con abundancia de trajes flamencos, entre las mujeres; y las camisetas de la selección española de fútbol, entre los hombres.
Destacó, además, la presencia del embajador de España en EEUU, Jorge Dezcallar, y el popular cocinero español, José Andrés, que recibió la pasada semana el prestigioso premio al mejor chef del año en EEUU otorgado por la Fundación James Beard.
A la entrada del parque dos parejas de policías del Distrito de Columbia, observaban el jolgorio y el baile tratando de seguir el ritmo las sevillanas con las dedos, mientras disfrutaban de las horchatas con las que les obsequiaron los asistentes para combatir el calor.
Las estrellas más conocidas de la gastronomía hispana continúan siendo la tortilla de patatas, la paella y el jamón serrano, a juzgar por las colas que se generaban en los puestos que vendían estos codiciados productos. EFE/Archivo

miércoles, 11 de mayo de 2011

El II Festival de la Palabra, a caballo entre San Juan y Nueva York, explora la relación entre ambos mundos literarios


Acaba de celebrarse en Puerto Rico el II Festival de la Palabra. En las cinco jornadas que dura el Festival se produjeron algunas anecdotas interesantes, como por ejemplo, el encuentro entre los dos únicos latinos con premio Pulitzer en su haber: Óscar Hijuelos (Los reyes del mambo, 1990) y Junot Díaz (La maravillosa vida breve de Oscar Wao, 2008). Hijuelos confesó ante el público una paradoja: "En mi primera novela escribía sobre hechos de mi infancia, había realismo. Irónicamente ahora he escrito mis memorias y he tenido que inventar cosas porque no las recuerdo". Díaz, perfeccionista obsesivo, se sinceró sentado en una escalinata: "Todavía sufro por lo mismo, como un bruto. Sé que no vale la pena, tengo 42 años y no sé por qué tengo esta dictadura. Ojalá cuando tenga 50 años pueda liberarme, pero ahora mismo estoy cruzando el mismo camino de espadas". El escritor se refería a la tortuosa travesía de 11 años que transitó entre su primer libro, Drown (1997), y La maravillosa vida breve de Oscar Wao (2008). "Estoy en esa etapa, como perdido en el desierto, en la que no sé adónde voy aunque sé que tengo que llegar a algún lugar".

En el Festival participó también Ana María Matute. Le escritora sedujo a los caribeños después de haberse metido en el bolsillo a un país y a su reina con un discurso -Doña Sofía le pidió una copia del texto del Cervantes- que revaloriza la oratoria y hunde la pompa. La escritora contó chistes, firmó cuentos a puertorriqueños que se habían iniciado en la lectura con ella y recordó que hay un territorio muy frío que compite con el Caribe en fantasía: "En un viaje por los países nórdicos vi un letrero que decía: Precaución. Este es un paso de hadas".

Matute, amiga del escritor José Manuel Fajardo, director de programación del festival, aceptó la invitación para viajar a Puerto Rico y Nueva York, donde esta semana se celebra una extensión del certamen. Un festival bicéfalo para un país partido. Puerto Rico tiene tantos habitantes en Nueva York como en la isla. La diáspora caribeña a EE UU tuvo dos efectos: expandió el español en un país que se resiste al bilingüismo y agrandó los trastornos de identidad en Puerto Rico, estado libre asociado en el papel y colonia en las mentes de casi todos. "Todavía hay mucha gente de Iberoamérica que no entiende que nosotros somos parte de Iberoamérica. Creen que por pertenecer a EE UU hablamos inglés", lamenta la escritora Mayra Santos-Febres, directora del festival y un huracán capaz de destrozar todas las oposiciones a su empeño. Santos-Febres, que fue discípula del Nobel Wole Soyinka, tenía todo el viento a favor para erigirse en referente de la comunidad intelectual afroamericana. "Sin embargo decidió mantener su mundo literario en español", destaca Fernando Iwasaki. No solo fue una elección personal. "Encabeza el movimiento que corrobora que el español es una lengua de prestigio y riqueza en Puerto Rico, en la frontera del inglés", añade el escritor.

Y ahora, Manhattan
 
El Festival de la Palabra se traslada a Nueva York con tres días de debates, conferencias y proyecciones de películas en Manhattan, que la escritora Mayra Santos-Febres considera "un distrito más de Puerto Rico".

Participarán autores puertorriqueños de la diáspora, como Charlie Vázquez, Charlie Rice-González, Sandra María Esteves o Martín Espada. También españoles como Antonio Muñoz Molina, Elvira Lindo y Eduardo Lago.