A contracorriente: que si el DVD, el clip, o enfatizar... está claro que todos, más o menos, terminamos usando anglicismos y barbarismos. Aparte de la cantidad está la calidad ¿los usamos bien?¿hay un uso apropiado? ¿con cuáles nos quedamos?
Parto de la necesidad que tienen todas las lenguas de enriquecerse con los préstamos de las lenguas vecinas para enumerar los tres motivos para evitar el mal uso de los anglicismos.
1. El hablante hace la lengua. Y no al revés. En último término cada uno es responsable de sus palabras; habrá modas, influencias e intereses pero así como mantenemos con la ropa un criterio de aceptación y rechazo de las novedades con la lengua hacemos lo mismo.
2. La valoración de la lengua depende de sus hablantes. Queda claro que la lengua se rige primero por economía y después por prestigio. Si hay términos en desuso por preferir en cambio los préstamos, entonces subestimamos al español. La lengua sólo cambia su valoración por el uso.
3. Las palabras son el espejo del hablante. Cuantas más lenguas conozcamos tanto más fácil resulta encontrar el término que representa "eso mismo, pero en español". Hablar bien da buena imagen; y con esto me refiero a la adecuación, no a la arrogancia.
Pero hay un motivo que me llama más la atención: las condiciones en las que trabajan los traductores e intérpretes llevan, a menudo, a introducir préstamos innecesarios. Desde aquí envío un saludo a todos los profesionales del intercambio idiomático. Imprescindibles, ilustradores y hoy por hoy, mal pagados.
Os dejo unos enlaces relativos al uso y desuso de los préstamos lingüísticos y a las condiciones de trabajo de los traductores.
El blog de Aldana Michelino, traduciendo desde Santa Fe, Argentina
Aida, traduciendo desde Madrid