El pasado lunes, 13 de noviembre, fallecía en una clínica madrileña uno de los más importantes cantaores de flamenco de los últimos tiempos: Enrique Morente.
Si a Camarón se le atribuye la popularización del flamenco, a Morente se le puede adjudicar el título de gran innovador del género, una tarea que arrancó en 1996 con Omega, el disco en el que fusionaba el flamenco con el rock alternativo. La osadía y la provocación marcaron una carrera dedicada a fusionar el flamenco de raíz con todas las músicas posibles. Junto con el guitarrista Paco de Lucía, Morente estaba considerado como una de las figuras más emblemáticas de una música que también puede identificarse como una manera de vivir.
La noticia de su fallecimiento ha caído como una bomba entre sus numerosos seguidores ya que con él desaparece uno de los artistas fundamentales del flamenco.
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